jueves, 22 de noviembre de 2007

El enigma del desempleo

Las causas de este problema suelen ser escurridizas


Por PAUL CONSTANCE



Pocas cosas preocupan mas a la gente en América Latina que conseguir y conservar un trabajo.


Según Latinobarómetro, una encuesta independiente realizada en 17 países de la región y dada a conocer a comienzos de este año, 19 de cada 100 personas consultadas consideran que el desempleo es el problema más serio de nuestro tiempo. Otro ocho por ciento de los encuestados apuntó a los bajos salarios como el principal problema. Casi 65 por ciento están "preocupados" o "muy preocupados" de perder sus empleos.
No faltan teorías sobre la escasez de empleo. Ciertamente, los políticos suelen afirmar que conocen las verdaderas causas del desempleo y aseguran poseer el secreto para erradicarlas rápidamente.


En realidad, las causas del desempleo son extremadamente difíciles de aislar y desconciertan hasta a los economistas que se especializan en la dinámica del mercado laboral.


Esa fue la conclusión del seminario titulado "Empleo en América Latina: cuál es el problema y cómo hacerle frente" que congregó a algunas de las mayores autoridades en asuntos laborales latinoamericanos en la sede del BID en mayo.


Eduardo Lora, el economista principal de investigación de la Oficina del Economista Jefe del BID, inauguró el seminario pasando revista a las tendencias en materia de empleo que la mayoría de los especialistas ven en los países de América Latina y el Caribe.


En gran medida esas tendencias indican que la ansiedad pública tiene fundamento. Por ejemplo, la tasa de creación de nuevos empleos ha bajado durante esta década a un promedio de 2,8 por ciento al año, medio punto porcentual por debajo de la prevaleciente en la década previa.


Asimismo, no obstante el mayor crecimiento económico experimentado en años recientes en muchos países latinoamericanos, el desempleo ha aumentado de un promedio regional de seis por ciento en los años ochenta a alrededor de ocho por ciento en esta década.


Es más, la tasa de empleo informal (los trabajos "en negro" que no ofrecen ni beneficios ni estabilidad) ha estado aumentando. Entre 1990 y 1996, el porcentaje de personas que trabajan por cuenta propia, en servicio doméstico o en negocios con menos de 10 empleados subió de 51,6 por ciento a 57,4 por ciento. Y a pesar de que el salario real ha aumentado ligeramente en la mayoría de los países latinoamericanos desde 1990, el incremento ha sido mucho más rápido para trabajadores calificados que para los que carecen de especialización.


Sorpresa desagradable. Tales datos intrigan a muchos economistas que alguna vez vaticinaron que las reformas macroeconómicas y la recuperación del crecimiento logradas durante la última década bajarían el desempleo y contribuirían a elevar los salarios de los trabajadores no especializados. Según los participantes del seminario, algunas explicaciones aclaran, al menos en parte, estas desalentadoras tendencias.


Primero, la reducción de barreras comerciales forzó a las empresas de la región a tornarse más eficientes para poder enfrentar la competencia externa. El mayor acceso al capital y a la inversión extranjera permitió que muchas de esas firmas modernizaran sus equipos y adquirieran nuevas tecnologías, lo cual condujo a un incremento en productividad sin contratar nuevos trabajadores. Las compañías que sí han estado contratando buscan personal altamente especializado que sabe aprovechar las nuevas tecnologías, aunque tales personas escasean y su costo salarial es más alto.


Segundo, los ajustes fiscales necesarios para estabilizar las economías forzaron a los gobiernos a reducir el empleo en el sector público, exacerbando el desempleo. Esos mismos imperativos han llevado a muchos gobiernos a defender la fortaleza de su moneda, una política que tiende a encarecer el costo de la mano de obra no calificada y, por lo tanto, desalienta la creación de empleos en ese segmento del mercado laboral.


En tercer lugar, muchos creen que el crecimiento del empleo en la región sufre el lastre de sindicatos excesivamente combativos y leyes laborales rígidas que inflan los costos de contratar y despedir trabajadores.


No obstante, aun esas hipótesis plantean nuevas preguntas. Por ejemplo, la teoría del mercado sostiene que en aquellos lugares donde los trabajadores altamente especializados consiguen salarios superiores al promedio, la reacción de individuos y familias es invertir más en educación. Pero según Miguel Székely, un economista del BID que presentó un trabajo en el seminario, hay poca evidencia de que América Latina esté gastando más en educación. ¿Por qué? Hay numerosas explicaciones posibles, sostiene Székely, comenzando con la limitada oferta y el alto costo de la educación de buena calidad en la región. Pero el punto sigue siendo difícil de descifrar.
De la misma forma, la noción de que los mercados laborales de la región están maniatados por sindicatos poderosos no parece convalidada por la realidad. "La (tasa de) agremiación en América Latina es comparativamente baja y está declinando, y los mecanismos de negociación colectiva son débiles", subrayó en el seminario Gustavo Márquez, especialista del BID en relaciones laborales. En la mayoría de los países la protección del trabajador se hace efectiva mucho más mediante leyes y regulaciones que a través de contratos negociados por sindicatos poderosos. Además, aunque esas legislaciones tienden a ser inflexibles en América Latina, no hay suficiente evidencia para culparlas del alto índice de desempleo en la región.


Estas son algunas de las áreas que, según los técnicos del BID, exigirán estudios mucho más profundos antes de que se puedan encontrar respuestas más contundentes. Entretanto, las autoridades y el público en general deberían tomar con una pizca de escepticismo las generalizaciones acerca de las causas del desempleo.


lectura de Ana Maria Pedrero

1 comentario:

compartir dijo...

Muy buena lectura Ana María, pero hay que dejar constancia de que la leíste, la comprendiste y sobre la relación que tiene con su proyecto.