viernes, 21 de septiembre de 2007

EL IMPACTO DE LA GLOBALIZACIÓN ECONOMICA EN EL DESEMPLEO


En los países industrializados, se está desarrollando un muy complejo debate entre los defensores del libre comercio y aquellos que apoyan el proteccionismo, respecto a la posible relación causa/efecto entre la creciente competitividad del Tercer Mundo en el mercado internacional y el desempleo en el Primer Mundo.


El debate tiene lugar tanto a nivel académico como en el plano político, y su difusión es notable por la cobertura que le otorgan los principales medios de comunicación y las revistas especializadas. Sin embargo, en las argumentaciones de esta discusión no es posible encontrar una explicación cabal al alto nivel de desempleo en estos países, ni tampoco soluciones adecuadas al problema.

El propósito del presente ensayo es analizar el debate a la luz de la información disponible en un lapso determinado (septiembre/94-marzo/95), e identificar luego la diversidad de elementos que deberían ser considerados en la discusión, a fin de alcanzar una mejor comprensión de un tema que resulta de la mayor importancia para las relaciones comerciales en una economía globalizada.


No hay duda que el desempleo se ha convertido hoy día en el gran problema de las economías desarrolladas. En torno a esta afirmación parece haber consenso, así como muchas interrogantes y pocas respuestas. En líneas generales, puede decirse que la disminución de Aun que no lo parezca, esta manera de enfrentar la situación es bastante lógica: el proteccionismo no sólo es el camino más fácil para buscar soluciones al desempleo, sino que tiene raíces que lo vinculan directamente a la teoría clásica liberal del comercio.

Como lo explica Luke Lea3, uno de los más antiguos y más internacionalmente aceptados axiomas económicos es aquel que reza que las naciones serán más ricas, más prósperas, si permiten el libre flujo de bienes y servicios a través de sus fronteras. Este axioma fue consagrado por Adam Smith, cuando señaló que el intercambio voluntario entre individuos debe, per sé, resultar mutuamente beneficioso y, por David Ricardo, quien lo convirtió en la piedra angular de su teoría sobre el libre comercio, con el "principio de las ventajas comparativas". De hecho, Ricardo comprobó que las naciones pueden ser más prósperas (pueden disfrutar más de todo a menor precio) si se especializan en aquello que producen mejor que otras, y que esto resulta cierto aún cuando una nación, debido a un conjunto de factores que le otorgan ventajas superiores, sea absolutamente más eficiente que las demás en la producción de absolutamente todos los bienes.

Desde el principio, la noción de los intereses nacionales especiales, "special nacional interests", se utilizó como un argumento de peso que oponer a la apertura natural y libre del mercado sostenida por los clásicos. El argumento central de esta noción era en aquella época, y sigue siendo hoy día, que el libre mercado no garantiza de manera automática la prosperidad para todos, por lo menos no en el corto plazo, porque algunos sectores resultan perjudicados de manera inmediata y a veces, irreparable. En otras palabras, porque el libre mercado produce ganadores y perdedores. Los ganadores: quienes consumen artículos mejores y más baratos procedentes del exterior; los perdedores: quienes producían estos artículos a nivel nacional antes de la apertura del mercado.

Los teóricos clásicos reconocían esta situación y advertían sobre la conveniencia de actuar con cautela para enfrentarla, especialmente en aquellos países donde las industrias manufactureras habían crecido bajo una fuerte protección con altas barreras arancelarias. Al respecto, Adam Smith recomendaba que4: "sería deseable introducir la libertad del comercio de manera gradual...". En consecuencia, en el sistema económico occidental el proteccionismo comercial ha sido siempre parte integral de las estrategias nacionales de desarrollo A partir de 1945, los Estados Unidos comenzaron a liderizar un modelo de desarrollo para el mundo de la post-guerra que respondía fundamentalmente a criterios de seguridad y cuya puesta en práctica, aunque compleja, se veía facilitada por la creciente agrupación de
Occidente como bloque ante la amenaza comunista. La clave de este liderazgo se encontraba en la proyección hacia afuera, no sólo de la Democracia como sistema político, sino también del mercado libre y abierto como sistema económico, lo que dio paso a los Acuerdos de Bretton Woods y posteriormente, al Acuerdo General de Aranceles y Comercio, GATT, Instituciones levantadas sobre los principios del liberalismo económico.

La creación del GATT fue un paso importante en el esfuerzo por consolidar un mercado libre en el hemisferio occidental. En el período de la guerra fría, abrir mercados equivalía básicamente a reducir aranceles, porque los aranceles eran los instrumentos principales de la política comercial, y es importante resaltar que en este contexto el GATT funcionó y lo hizo bien, porque después de efectuadas siete rondas de negociaciones multilaterales, el arancel standard de la mayoría de los países desarrollados llegó al cinco por ciento y en muchos productos manufacturados se igualó a cero. Por otra parte, hoy se reconoce que las reducciones arancelarias multilaterales logradas con base en el principio de la nación más favorecida (MFN), contribuyeron en gran medida a una expansión sin precedentes del comercio y de la economía mundial. Sin embargo, a pesar de estos logros, la apertura del mercado internacional continúa siendo sólo una ilusión. Con los aranceles en descenso, los gobiernos, particularmente los gobiernos de los países desarrollados, han optado por utilizar mejores y más sofisticados instrumentos de protección comercial, circunstancia que abre un nuevo capítulo en las relaciones económicas internacionales, conocido como "la era del nuevo proteccionismo".

http://library.jid.org/en/mono34/maneiro.pdf
ANA MARIA
sobre esta lectura cabe destacar que tanto los defensores del libre comercio como los que defienden al proteccionismo tienen posiciones extremas imposibles de lograr, ya que los primeros rechazan el aumento de la competitividad en el tercer mundo, y que tenga alguna incidencia en el aumento del desempleo en el primer mundo y ya que los segundos lo consideran como una variable fundamental esta situación es negativa en en el mundo de hoy, ya que la globalización en la economía es cada vez mas percibida y menos ordenada donde solo hay perdedores y ganadores, la tecnología de hoy en día trae consigo el de crear y destruir puestos de trabajo.



1 comentario:

compartir dijo...

Bien Ana María, buena lectura, pero y... ¿tú comentario, que te deja lo que leíste? ¿cómo lo relacionas con tu realidad?
Recuerda, no es copiar y pegar.